Sofía Grijalva
Una fachada colonial, techos tapizados de colorido papel picado y un envolvente olor a comida mexicana es la primera impresión que uno recibe al atravesar las puertas de este restaurante que grita a los cuatro vientos un fuerte ¡Viva México! Sobre la recepción destellan trofeos de torneos de fútbol ganados por la familia; al avanzar un par de pasos rápidamente un mesero nos escolta con amplia amabilidad hacia una mesa y nos extiende el menú con un mosaico de platillos mexicanos estilo Jalisco. Todo a nuestro alrededor transmite la esencia de la fiesta tradicional mexicana. Con una sonrisa en los labios, y sin querer perder más tiempo, toda la familia comienza a platicar animadamente mientras imaginamos el manjar nacional que hoy vamos a disfrutar.
Con el auge gastronómico que ha tenido Ensenada en los últimos años, pareciera que cada mes hay un nuevo restaurante en algún rincón de nuestro bello puerto. Es una escena tanto emocionante como retadora, puesto que realmente nunca se sabe si un negocio de comida sobrevivirá la prueba de fuego. Por ello, es reconfortante saber que hay ciertos lugares que permanecerán por siempre, esperando que crucemos sus puertas. Uno de estos lugares es la tradicional Cenaduría Tlaquepaque.
En molcajete estamos muy emocionados de dedicarle esta sección de nuestra primera edición a la icónica cenaduría, quienes gracias a sus deliciosos antojitos mexicanos estilo Jalisco y quizás el servicio más veloz en la ciudad, celebran 21 años de otorgarle a la comunidad un “rinconcito de Jalisco en Ensenada”.
Con casi un cuarto de siglo en funcionamiento, Tlaquepaque se ha convertido en uno de los restaurantes típicos de la ciudad. Estamos seguros que la mayoría de los ensenadenses ya han pasado más de una tarde degustando las famosas enchiladas rojas rellenas de queso fresco del Romero, o se han curado algún mal con un rico pozole o un reconfortante menudo; pero lo que quizás desconocen los comensales es precisamente la historia de este rinconcito jalisciense.
De acuerdo al propietario y fundador del Tlaquepaque, José de Jesús Escoto —originario del municipio de Tlaquepaque, Jalisco—, la idea de abrir un restaurante mexicano ya rondaba su mente desde el momento en que se mudó a la Ciudad de México junto con su esposa, Raquel Esparza —nacida en Zacatecas, pero ensenadense de corazón desde su primer año de edad—.
El joven matrimonio vivió por diez años en el entonces Distrito Federal, tiempo en el que la posibilidad de un negocio restaurantero era mínima. Con Jesús trabajando como Director de adquisiciones para la Secretaría de Marina, y Raquel como ama de casa realizando sus primeros experimentos en la cocina, el sueño de regresar a Ensenada para abrir su propio rinconcito de Jalisco iba a requerir paciencia. Para aquel entonces, Jesús ya había recorrido Jalisco y parte de México, habiendo acumulado vivencias gastronómicas que compartiría con Raquel, quien a su debido tiempo las transformaría en renovadas recetas mexicanas.
Tras 10 años y 6 meses de trabajo y perseverancia, se inauguró la Cenaduría Tlaquepaque el 10 de diciembre de 1997, exactamente en la misma dirección que ocupa hoy en día, sobre la avenida Cortez número 327. El negocio comenzó como un pequeño y acogedor restaurante bajo el concepto de Cenaduría, construido en el mismo terreno que la casa donde habitaban Jesús, Raquel y sus dos hijos pequeños, Mauricio y José de Jesús hijo. Con Jesús a cargo de la administración y Raquel al mando de la cocina, el éxito rotundo transformó al Tlaquepaque de un pequeño restaurante a un gran establecimiento de dos pisos, capaz de albergar reuniones de más de 100 personas tan sólo en su segundo piso.
Aunque con los años Tlaquepaque ha crecido exponencialmente, y no es en apariencia el restaurante que solía ser hace 21 años, la familia Escoto aún conserva recuerdos invaluables de sus primeros pasos como propietarios del comedor.
Con una mezcla de nostalgia y gran orgullo, Jesús acostumbra compartir el primer billete que recibieron de un cliente, mismo que reposa enmarcado y brillante justo detrás de la recepción. Además, la familia cuenta con un sinfín de fotografías que retratan tanto a las diferentes personas que han trabajado en Tlaquepaque, como a celebridades de la farándula y el deporte que han visitado el restaurante, entre ellos el actor Édgar Vivar —intérprete del señor Barriga en la famosa serie el Chavo del Ocho—, Luis Felipe Tovar y Luis Fernando Peña —invitados especiales del Festival de Cine de Ensenada 2018—, así como a un gran número de boxeadores que han ganado campeonatos internacionales y mundiales, como son Rubén “El Púas” Olivares, Miguel Ángel “El Mago” González, Ramón Marchena, Iván “Choko” Hernández, entre muchos otros —como dato curioso, Jesús fue presidente de la Comisión de Box, Luche Libre y Artes Marciales de Ensenada por 9 años y miembro del Consejo Mundial de Boxeo—.
Pero quizás el símbolo más importante, y en cierto modo más representativo del espíritu familiar que define a esta cenaduría, es la campana de acero que se encuentra colgando sobre la cocina, la cual fue mandada a hacer especialmente en Cuernavaca con los apellidos de la pareja, Escoto y Esparza, inmortalizando así la unión a su matrimonio y a su negocio.
En cuanto a la clave que ha hecho de Tlaquepaque un negocio tan longevo, José de Jesús comenta que esto ha sido gracias al “ambiente familiar, la rapidez con que tratamos de servir, la amabilidad y la sazón de la comida de mi esposa, pues ella es la que le da el toque mágico a cada platillo”.
En Molcajete tenemos que estar totalmente de acuerdo con Jesús, sobre todo si hablamos del sazón de la señora Esparza. Nos gustaría poder decirles de dónde saca su tradicional sabor, pero parece ser que un buen paladar para la cocina es de esos dones con los que naces. La co-fundadora nos comenta que antes de mudarse a la Ciudad de México, ¡nunca había cocinado en su vida! Todo lo aprendió experimentando en su casa en la capital del país, donde fue capaz de notar su talento para la cocina gracias a los comentarios de sus vecinos, quienes cada cumpleaños, festividad o casi cualquier excusa, tocaban a su puerta para que les preparara un plato de comida.
Los platillos estrella de la joven Raquel siguen siendo los platillos favoritos de la clientela en Tlaquepaque hasta hoy: enchiladas rojas rellenas de queso, pollo o res; pozole rojo, para el cual la señora Esparza se levanta todos los días a las cinco de la mañana para preparar el maíz; los sopes de res con crema, queso y salsa de la casa; el caldo de res, perfecto para estos meses helados; y para terminar con broche de oro, un vasito de jericalla, un postre de suave nata originaria de Guadalajara cubierta con una capa crujiente de azúcar caramelizada. Todos estos platillos y más fueron concebidos con los dotes culinarios de Raquel Esparza; a quien hasta el día de hoy podrán encontrar en la cocina liderando al equipo y preparando ella misma las comandas del día.
Por supuesto la hidratación también es muy importante, y Tlaquepaque no descuida ni un solo detalle cuando se trata de excelente sabor. Las aguas frescas preparadas de manera totalmente natural son el acompañante perfecto para los platillos del menú, ya que apaciguan casi cualquier antojo; ¿tienen una debilidad por lo dulce? ordenen un vasito de agua de arroz y diganle adios a la sed; ¿lo dulce no es lo suyo y prefieren un toque ácido en su bebida? no hay nada como el agua de jamaica de Tlaquepaque para los amantes de la frescura; o si su personalidad no es tan extremista y prefieren un buen punto intermedio, está para ustedes la tradicional agua de tamarindo, el balance perfecto entre dulzura y acidez sin sacrificar sabor y total hidratación.
Aunque cualquiera de estas tres bebidas garantiza satisfacer sus antojos, sabemos que en estos meses fríos se necesita un poco de calor para devolvernos a la vida, por eso Tlaquepaque tiene dos opciones perfectas para combatir el frío: el tradicional champurrado cremoso y reconfortante, y cafecito de la olla con ese aroma a deliciosa canela que apacigua el alma.
Adicionalmente, en Tlaquepaque podrán encontrar diferentes cervezas de la familia Moctezuma Cuauhtémoc Heineken, como tecate roja y light, indio, sol, XX lager y ámbar, Heineken, Bohemia y Coors light, para tomarse solas o convertidas en ricas micheladas o como un sabroso clamato preparado, Tlaquepaque los tiene cubiertos para amenizar sus días con deliciosa comida y las mejores bebidas.
Tras charlar con Jesús y Raquel sobre su exitoso restaurante, pudimos reafirmar un dicho ya muy conocido, y es que Roma no se construyó en un día, pero si tuviéramos que resumir la historia de este icónico restaurante, diríamos que es un negocio que nació por y para la familia. Precisamente esa es la cualidad de la cual Jesús y Raquel se sienten más orgullosos: el ambiente familiar que han creado a lo largo de los años.
«Nos ha tocado ver que vienen personas ya mayores que vinieron de niños, y me dicen, “yo me acuerdo de usted, mi papá y mi mamá nos traían, y sigue igual el sabor y todo”, eso nos llena de alegría, saber que vuelven después de tantos años», comenta Jesús padre con un aire solemne y una sonrisa de satisfacción.
Jesús y Raquel continúan atendiendo a su clientela personalmente, ofreciéndoles los mejores antojitos mexicanos estilo Jalisco al mejor precio. Ahora el negocio familiar se ha expandido con la ayuda de sus dos hijos, de quienes ambos padres se sienten muy orgullosos. Siendo Mauricio ingeniero industrial, Maestro en Administración y apasionado del futbol (jugando y liderando en los diversos equipos del restaurante), actualmente está a cargo de la administración del negocio familiar. Por su parte, José de Jesús es abogado de profesión, catedrático en UABC (en la clase Recursos Humanos) y actual director del DIF Municipal, y se encarga de todos los asuntos legales y corporativos en Tlaquepaque. Juntos planean ampliar las comodidades en la Cenaduría, por ejemplo, a través de la construcción de un estacionamiento y, por supuesto, añadiendo más platillos típicos al menú, ¡estén en espera de la carne en su jugo estilo Guadalajara!
“Tras tantos años de que empezáramos este sueño, no podemos más que agradecerle a toda la clientela y a los amigos que nos hay apoyado en todo momento. Nosotros los seguiremos esperando para ofrecerles un excelente servicio y los mejores antojitos mexicanos estilo Jalisco”.
En este mundo tan veloz e impredecible, es agradable saber que algunas cosas nunca cambian, así pasen los años y nosotros mismos no seamos las personas que fuimos ayer, siempre podremos contar con que la familia Escoto nos recibirá con los brazos abiertos y un delicioso rinconcito de Jalisco en Ensenada.
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