Por Iván Gutiérrez
La mejor compañía para todo buen café sigue siendo la textura de un rico pan caliente. En el puerto de Ensenada abundan las panaderías y panificadoras de gran calidad, cuyos panaderos han perfeccionado el arte y la destreza para replicar la diversidad de sabores que tanto nos endulzan el paladar. Es en la avenida Iturbide #447 de la colonia Obrera donde una panadería legendaria lleva siete décadas elaborando los panes que cada jornada llenan las mesas de los porteños. Nos referimos, por supuesto, a Panificadora El Cristal.
La fraternidad y hospitalidad son de las primeras impresiones que te llevas cuando entras en este pequeño local, pues la personalidad amistosa y el trato amable de Mauro Terríquez Carrillo, actual dueño de El Cristal, siempre logra sacarte una sonrisa por más pesado que esté siendo tu día.
“Pruébenlo ándenle, con confianza, pa que vean que está re bueno”, nos dice Mauro con su sonrisa fraterna al llegar, mientras detrás de la barra extiende un delgado papel para invitarnos a probar su pan de muerto. De zapatos cafés, calcetines negros largos, shorts cafés, camiseta de Bob Marley y gorra marca Puma, tenemos frente a nosotros a un panadero que mantiene vivo un legado panadero de setenta años.
“Mi favorito es el cochito, porque tiene una textura muy suave, y luego lleva toques de piloncillo, pero la verdad el pan de muerto nos queda buenísimo”, menciona Mauro con orgullo.
De alma trabajadora y noble, Mauro siempre conversa animadamente con todo cliente que atraviesa las puertas de El Cristal, muchos de los cuales llevan más de cuatro décadas visitando el negocio para surtirse de pan recién horneado. “Aquí recibimos a gente que son ya de la tercera generación de su familia, es una tradición para ellos, y también para nosotros”, menciona el panadero. “Hay clientes que vienen desde antes de que yo naciera”, dice entre risas, mientras prepara la memoria para transportarnos a una época en la que el mundo como lo conocemos era otro.
VAMOS PRENDIENDO EL HORNO
La historia de Panificadora El Cristal inicia en los años 40s del siglo pasado, cuando la familia de Mauro decide migrar desde Autlán Jalisco, a Ensenada Baja California, en busca de mejores oportunidades de trabajo. Al llegar al puerto, Mauro Terríquez, padre del actual panadero, empieza a trabajar en una panadería de nombre La Guadalupana, en su momento ubicada entre las avenidas 5ta y Ruiz de la zona centro, empleando las habilidades panaderas que había adquirido en las panaderías su tierra natal.
“De parte de la abuela todos eran panaderos, puro panadero en la familia, y hasta el abuelo se apellidaba Panduro o algo así”, comenta Mauro entre risas. “Pero sí, en la familia la abuela los ponía a todos a trabajar, era una señora cabrona, pero que deseaba lo mejor para todos”.
Para el año de 1950 Mauro Terríquez, junto con sus hermanos y primos, inauguraron la que sería la primera sucursal de Panificadora El Cristal, misma que desde entonces permanece en la avenida Iturbide de la colonia Obrera. A partir de entonces arrancó una época de gran prosperidad para la Panificadora, en la que poco a poco se fueron integrando algunos de los hijos de Don Mauro Terríquez —contando a Mauro Carrillo llegarían a ser un total de ocho hermanos.
Décadas más adelante, para mediados de los 70s, el trabajo duro y constante se vio retribuido con el incremento de la producción panadera, y llegó el momento de expandir la panificadora, para lo que abrieron tres sucursales nuevas: una ubicada en la calle delante, otra en avenida Ruiz y calle segunda y otra más en Valle Verde. Para los años 80s y 90s Panificadora El Cristal empezó a surtir pan a una cantidad significativa de restaurantes de la ciudad, llegando a elaborar hasta 300 bolillos en un solo día para uno de los restaurantes.
Una de las figuras centrales en Panificadora El Cristal fue Marco Antonio (hermano mayor de Mauro), quien eventualmente se quedaría a cargo del negocio, cuando el señor Mauro Terríquez decidió que era momento de ir a viajar por el mundo. “Marco no quiso estudiar, así que le tocó la chinga de estar aquí todos los días chambeándole, a veces hasta las tres de la mañana, y ya con el paso de los años le tocó quedarse al frente”, relata Mauro, quien, si bien siempre estuvo involucrado en la panadería desde áreas como el mostrador, la elaboración de la masa y la distribución del pan, no asumiría la responsabilidad de dirigir todo el negocio familiar hasta el 2011. “Mi jefe era cabrón, con la pura mirada te decía todo, si estaba con mis compas aquí, los veía y se iban como ratones”, recuerda Mauro con su mirada entusiasta llena de anécdotas.
Marco Antonio, uno de los pilares de Panificadora El Cristal
“Para el 2001 fallece mi jefe… mi hermano ya estaba a cargo entonces, pero por la carga de trabajo y problemas con los empleados, se terminaron por cerrar las otras sucursales”. Fue hace una década, en el 2010, cuando Mauro entró de lleno en la elaboración de pan, manejando la preparación de toda la variedad de Panificadora El Cristal.
MAURO Y LA FÁBRICA DE PANES
Son las siete y media de la mañana del viernes 6 de noviembre. Se pronostican lluvias para el fin de semana. En Panificadora El Cristal, los panes ya están casi listos. La magia ocurre a tan solo unos cuantos metros del mostrador, en una habitación llena de instrumentos que dan vida y forma al pan. Aquí es donde Mauro, de mandil blanco marca El Rosal, prepara una de las masas utilizando una máquina con aspecto de batidora gigante. Un poco más atrás un horno gigante, con capacidad para hasta 30 charolas de pan, le da vueltas a las masas que están por transformarse a una temperatura de 180 a 200 grados Fahrenheit.
En una mesa azulada de dos metros y medio se encuentra el panadero Eduardo Pérez, quien ágilmente ensambla pequeñas tiras de masa que luego unta con huevo; de ahí creará diversas figuras que eventualmente formarán parte del variopinto mosaico de panes que podemos encontrar en la recepción. Cada pan tiene su técnica, tamaño y tiempo que permanece en el horno.
Por todas partes se aprecian rastros de harina y el aroma del pan horneado. Al otro lado del establecimiento los clientes ya empiezan a llenar bandejas con sus panes favoritos, listos para disfrutar las lluvias con todo el arsenal necesario.
“En la mañana, por ahí de las cinco de la mañana, empezamos a hacer las masas, ya después nos aventamos todo el pan. La verdad siempre nos queda muy bueno, por eso la gente sigue regresando. Claro, hay veces en las que haces perro, así decimos cuando te sale mal, chin… ¡ya hice perro!, y como en todas partes hay clientes que me han llegado a reclamar, pero si sale malo me dicen y se los cambio, porque para nosotros lo más importante es cuidar la calidad. Pero siempre he dicho que para hacer buen pan solo hay un secreto: que lo disfrutes”.
Entre la variedad de panes que podemos encontrar en Panificadora El Cristal están las conchas, Correa (pan salado, virginios, pajaritos, elotes), cuernitos de nuez (con crema elaborada en la misma panificadora), ojos de buey, empanadas de piloncillo, paloteados, pancakes de fruta, baguettes, pan italiano, cuernos de danés, memelas, orejas, coricos, piedras, croissants, birote con ajo, aceituna y aceite de olivo y, claro, los tradicionales panes de muerto y rosca de reyes (mismos que elaboran con masas de temporada más fina).
EL ARTE DE HORNEAR LARGAS AMISTADES
—Jefe, ¿cómo está?
—No pues bien, listo pal café
—Es todo, con un panecito y ámonos, ahí tiene que le vaya bien
—Ándale muy amable
Bastan cinco minutos en Panificadora El Cristal para escuchar una conversación entre Mauro y sus clientes de hace años, con quienes a veces la plática se pone tan buena que los minutos dejan de importar. “Nombre, aquí hay clientes que vienen y cotorreas con ellos hasta una hora u hora y media, se les va el tiempo de volada cotorreando de esto y aquello”, menciona Mauro.
Si uno observa con atención encontrará que en Panificadora El Cristal hay varios objetos que demuestran el cariño y la estima que los clientes le guardan al establecimiento, todos regalos de gente que lleva décadas disfrutando sus panes. Entre ellos están un bolillo para amasar, un reloj regalado en el 62 aniversario del lugar con la leyenda Garantía de Pureza y Calidad —justo el slogan de la Panificadora— y un texto enmarcado con el título de Carta de un panadero.
«Hay un cliente que venía por una corona, siempre decía “vengo por mi mortorio”, a diario venía. Y a veces pienso, “a poco la gente no se enfada de comer pan todos los días”, pero pues bueno cada quien, yo, por ejemplo, soy bien taquero, no me enfado si como tacos todos los días. Pero sí, los clientes son los chilos, gracias a ellos seguimos aquí, a pesar de las crisis y las pandemias. Y lo bueno que siguen viniendo porque si no me aburriría un chingo”, concluye el panadero entre risas, mientras afuera la lluvia anuncia que ha llegado la hora de poner el café y escoger los panes que, como hacen desde hace siete décadas, endulzarán el fin de semana de miles de ensenadenses.
Buenas NOCHES, con gusto lei el contenido acerca de la Panaderia El Cristal, y se me vino a la mente recuerdos de los Terriquez, que estubieron en la Sec. Migoni conmigo y de pilon me los volvi a encontrar, en el Servicio Militar, el cual disfrutamos a todo dar, una sola vez lo visite en la Panaderia de volada por que estaba ocupado, no recuerdo su nombre, tal vez sea Marco, pero en fin le mando un saludo esperando se encuentren bien Al igual que su primo Humberto Terriquez. Y en cuanto se controle esta pandemia ire a saludarlos con mucho gusto!
No, no, no, de verdad, otra cosa con este pan, lo mejor del estado, yo y mis padres fuimos paneros de hueso colorado y de verdad sí, sin duda el mejor pan de bajacalifornia.
Muy buen pan y buen ambiente se ve en la actitud de Don Mauro mi amigo.