La primera vez que fui a Ochentos Pizza tendría unos 21 años. Por aquel entonces hacía mis primeros trabajos periodísticos en la Universidad, comenzando la aventura de buscar nuevos sabores, aromas y destinos que fueran más allá de lo convencional. En las charlas con amigos había oído mencionar varias veces a esta pizzería, presuntamente un oasis en medio de los caminos de tierra de San Antonio de las Minas, por lo que la idea de visitarla se antojaba deliciosa. Con eso en mente, emprendimos el viaje.
Tras un viaje breve por la carretera llegamos al pequeño pueblito de San Antonio, donde atravesamos una avenida en la que todo el mundo te saluda mientras conduces. Lo siguiente fue adentrarse por un camino rural. Tras un par de vueltas comenzamos a desesperarnos, pues no veíamos muchos indicios de la pizzería, más allá de los letreros que habíamos dejado atrás en avenida principal. A pesar de ello continuamos conduciendo, subiendo lomas y tratando de percibir una señal del famoso Ochentos. Y bueno, bien dicen que quien persevera alcanza. Luego de unos minutos notamos la presencia de un aroma a queso, masa y tomate que anunciaba la llegada a nuestro destino.
La primera impresión es la que cuenta, y vaya que nosotros nos llevamos una imagen impresionante tras subir ese caminito de piedra. Parecíamos haber llegado a un rancho en toda la extensión de la palabra, con animales en corral, pacas de paja, terrazas de madera repletas de objetos rústicos y un jardín hermoso adornado con botellas de vino vacías. Por supuesto que éste era apenas el principio de la experiencia, pues le seguiría un maridaje que hasta hoy permanece en mi corazón como uno de los favoritos: pizza y cerveza de primera calidad en un espacio tan cómodo que resulta difícil no confundirlo con tu propio hogar.
TODO INICIA CON UNA PIZZA EN CASA…
“Pizzero no soy, y nunca he sido”, dice entre risas el señor Juan Julián de Gracia, mejor conocido como Ochentos, al iniciar nuestra conversación con cerveza en mano. Nos encontramos a las afueras de la Cueva del Chivo Gruñón, un espacio al aire libre que se ha convertido en el área de espera perfecta para Ochentos Pizza, pues en ella fluye una brisa tan fresca como la cerveza artesanal que aquí se sirve.
“Lo mío son las motos, el off-road, la buena cerveza y la buena comida”, contesta el motociclista de barbas y greñas canosas, quien desde pequeño recibiera su apodo por una moto de motor 80cc, en la que se paseaba por su barrio; era “el chavo de la ochenta”, el Ochentos.
Juan Julián no empezó esta pizzería de la noche a la mañana. Por el contrario, su historia se remonta a un pequeño hornito donde en 1999 se cocinaban pan y galletas artesanales bajo la marca Angelinos, mismos que hasta el día hoy siguen vendiendo en el establecimiento.
«Vendíamos pan aquí para la gente de San Antonio de las Minas. Cuando vimos que teníamos el pan artesanal bien hecho, con buena masa y que le gustaba a la gente, dijimos “oye pues estamos a un paso de hacer pizza”, nos hicimos unas pizzas ahí en un convivio con los ingredientes que cada quien trajo y así empezó todo».
A partir de esta experiencia de convivencia —que ocurriera en el 2005—, la misma comunidad de residentes y comerciantes de San Antonio de las Minas empezaron a pedirles pizza a domicilio bajo la marca “Ochentos Off-Road Pizza”, con todas las pizzas llevando un nombre referente a las carreras fuera de camino. “Así comenzamos, con un concepto de carreras que luego cambiaríamos. Me acuerdo que a las cajas les dibujábamos carritos a mano”, cuenta con gran humor el señor Juan.
Pero Ochentos, como comenta, no era pizzero, así que buscó a alguien que siguiera dándole vida a este platillo italiano con la masa de Angelinos. El siguiente paso fue hacerse de un poco de mobiliario, pues la gente comenzaba a ir al “establecimiento” —el patio de su casa— para comerse una pizza en el lugar, a pesar de que no había infraestructura para el restaurante, por lo que decidieron adaptar el estacionamiento para los comensales.
Con el tiempo la popularidad del lugar fue creciendo de boca en boca, y gracias a la creciente demanda de sus pizzas pudieron expandir las instalaciones, poniendo una primera terraza donde sentar a la gente, que luego se multiplicarían.
«Me acuerdo que llegó un amigo vaquerón y el lugar estaba lleno de gente, se me queda viendo, luego se acerca y me dice “se me hace que le está quedando grande la yegua compadre”», dice el fundador de esta exitosa pizzería antes de estallar en animadas carcajadas.
UNA EXPERIENCIA BOHEMIA AL AIRE LIBRE
Las anécdotas del señor Ochentos son varias, y provienen tanto de sus propias experiencias como de las conversaciones que le encanta mantener con amigos, conocidos y hasta extraños que visitan su restaurante. Para la ocasión recuerda la siguiente: «Un día estaba un señor parado ahí observando, pero bien atento a lo que pasaba en el restaurante. Voy y me le acerco, lo saludo y empiezo a platicar con él y me dice que es un maestro de negocios de la UABC, y dice “esto que estoy viendo”, dice, “este lugar, y la ubicación, jamás les hubiera dicho a mis alumnos que abrieran un pizzería en este lugar, porque lo primero que te diría es “nadie va a venir a comerse una pizza hasta acá”, y mira lo que resultó».
Y es que llegar por primera vez a Ochentos Pizza quizás resultó un reto para muchos en su momento. Hoy, gracias a la tecnología digital, es mucho más sencillo dar con este destino, pero Julián de Gracia hijo, alias “el Chivo”, recuerda como algunos comensales —su servidor entre ellos— ingresaban con aires de triunfo luego de buscar el restaurante por los alrededores: “llegaban bien emocionados porque habían encontrado el lugar en medio de la nada, al lado del cerro, y con música en vivo, sombra y la comida excelente”.
Julian de Gracia «El Chivo» (izquierda) y Juan Julian «Ochentos» (derecha)
La vibra de Ochentos Pizza siempre se ha distinguido por ser fraternal, una esencia que proviene desde el mismo Ochentos, su hijo Julián y los demás integrantes de la familia, pues cualquier que los conozca sabrá que tienen una de esas sonrisas tan sinceras que desde que la vez te pones de buen humor. Es quizás por eso que aquí se han celebrado infinidad de bautizos, reuniones familiares, fiestas de cumpleaños y hasta pedidas de mano: “Ofrecemos lo que cualquiera busca para pasar un buen domingo con la familia, que es buen ambiente, buena comida y buena cerveza, y todo muy accesible y abundante, para que comas como vikingo”, dice entre risas el señor Ochentos.
Una vuelta por Ochentos Pizza basta para constatar que se trata de un restaurante sencillo, con detalles que lo muestran como un auténtico rancho con toques del viejo oeste, pues por doquier hay sillas de montar, objetos de ranchería y ruedas de carretas. Claro que esto se combina con la esencia bohemia ideal para propiciar las buenas conversaciones, pues hay también un sinfín de pinturas —muchas de ellas hechas por Jackie, hija de Ochentos, y otras por la abuela de Julián hijo—, fotografías y posters de otra época, pianos viejos, y hasta colecciones de libros, todos objetos de gran valor sentimental para la familia Ochentos.
Esta atmósfera suele ser complementada con música en vivo, misma que va desde boleros hasta ritmos latinoamericanos y tropicales, pasando por géneros como el reggae y el rock ochentero. Quizás por esto la experiencia de visitar este restaurante resulta ser tan gratificante: “La gente viene por el ambiente, es salir a despejarse, respirar aire fresco entre los árboles, encontrar la calma con una cerveza y una rica pizza rodeado por tus seres queridos”, comenta Don Julián.
UNA PIZZA PARA TODO PALADAR
El menú de Ochentos es bastante amplio, e incluye ensaladas, pastas, papas y recientemente alitas con diferentes salsas. Por supuesto, las estrellas de la cocina siguen siendo las pizzas, de las que Ochentos ofrece una gran variedad para todo tipo de paladares, si bien las dos más populares siguen siendo la Triple Ochentos —nombrada así por incluir pepperoni, jamón y salami, haciéndola una pizza ideal para los carnívoros— y la Tres Quesos— una delicia hecha con queso mozzarella, queso provolone y queso cheddar, cubierta con carne molida, tocino y chile morrón caramelizado—.
Otras opciones para disfrutar con toda la familia son la Pizza Especial —adornada con pepperoni, jamón, morrón verde, champiñones, aceitunas negras y cebollada morada—, la De Camarón —salsa chipotle con miel, cebollín, morrón caramelizado, ajo y cilantro fresco—, La Minera —cubierta con salsa de vino blanco, pollo horneado, ajo, cebolla salteada con salsa inglesa y perejil— y La Griega —hecha con espinacas, queso feta, tomate, aceituna Kalamata, cebolla morada, romero y tomillo—.
Una de las pizzas más curiosas es La Colombiana —adornada con marguerita, albaca, tomate, queso y pollo—, creada luego de que un amigo colombiano de Ochentos le pidiera una pizza con estos ingredientes. Y claro, también están la tradicional Margarita, además de la opción Vegetariana, entre muchas otras.
Entre las pastas podemos recomendar la de camarón con jaiba y la de almeja con salsa de vino blanco con pasta linguini, dos platillos que retoman la frescura del marisco de Ensenada para su exquisita elaboración. Pero como bien dice Ochentos, el menú está hecho para que puedas escoger y combinar los sabores que más te gustan, al igual que Julián hace cada vez que le piden que recomiende una cerveza artesanal: “depende de lo que te guste, ¡porque hay para todos los gustos!”.
Como bien afirma Ochentos, todos los platillos ostentan con orgullo el lema que lleva la cerveza del Chivo Gruñón: “siempre hemos sido tercos por calidad, ya sea en la cerveza, la pizza o las galletas. La fórmula secreta ha sido usar buenos insumos, utilizar lo mejor que se hace a nivel local. En las pizzerías siempre la guerra es ver quien la puede hacer más barata, pero nosotros no, siempre hemos privilegiado el uso de buenos insumos, y de preferente de proveedores locales”. Y en efecto, al día de hoy siguen utilizando hortalizas locales y quesos frescos de los alrededores para sus ensaladas (¡de las mejores de Ensenada!) y pizzas, teniendo incluso un proveedor que les hace el jamón especialmente para ellos.
LA CUEVA DEL CHIVO GRUÑÓN: MARIDAJE PERFECTO
Era el 2014 y Julián de Gracia hijo había terminado sus años como mecánico en una compañía importante de Estados Unidos. Pensando en cómo ocupar su tiempo, y motivado por el entusiasmo de su amigo Larsson Pole, encontró la respuesta en aprender a cocinar cerveza artesanal en el rancho de la familia, un camino que sin saberlo se convertiría en una de sus grandes pasiones, además de un maridaje perfecto para Ochentos Pizza.
“Si bien ya había probado varios estilos artesanales desde hace años, no sabía nada de cocinar cerveza, pero mi amigo Larsson, que ya tenía años cocinando en San Diego, me empezó a compartir su experiencia, y así fueron saliendo las primeras cheves de la casa. Lo que iba saliendo lo poníamos a la venta primero en el pasillo de la entrada, y ya conforme fuimos perfeccionando las recetas la empezamos a vender en el restaurante”, comenta Julian, a quien uno puede identificar fácilmente por la peculiaridad de su acento spanglish y sus bigotes.
Fue así que El Chivo se convirtió en el primero en producir cerveza artesanal en San Antonio de las Minas, justo en vísperas de que esta bebida comenzara a posicionarse en el mismo nivel de calidad y degustación que el vino del Valle de Guadalupe.
La primera receta que nació de las manos del Chivo fue la Ochentos Irish Red, una Amber Ale de sabor tostado con notas de caramelo, café y chocolate. De ahí le siguieron otros estilos ligeros, como la Honey —una cerveza de cuerpo cremoso y sabor dominante a miel con notas de vainilla—, la Chivito Lai —de cuerpo ligero y sabor refrescante para una sencilla degustación— y la Chivoveza — una Imperial Spiced Stout de carácter elegante y cuerpo robusto a base de maltas tostadas con notas a chocolate y café; ganadora de medalla de oro en la competencia Aro Rojo 2019—.
La mayoría de las cervezas del Chivo Gruñón fueron pensadas para que los comensales de Ochentos Pizza pudieran acompañar las pizzas del lugar con una cerveza artesanal que resultara fácil de beber: “Cuando comenzamos a cocinar nos dimos cuenta de que muchos cerveceros hacían la cerveza para ellos, como sus estilos favoritos, IPAs e Imperial Stouts”, comenta Julián El Chivo. “Nosotros pensamos que mucha gente no empieza tomando cervezas artesanales fuertes, sino con cervezas ligeras, entonces más que enfocarme en lo que a mí me gusta, nos fuimos por pensar en el público. Claro que también hacemos estilos de nuestra preferencia —por ejemplo, nuestra Session IPA, que es de mis favoritas—, pero no empezamos con esas, sino con unas más tomables”.
Al día de hoy el Chivo Gruñón cuenta con 7 estilos de línea —algunas de ellas acreedoras de múltiples premios en el Ensenada Beer Fest—, y son varios los maridajes que se pueden hacer entre sus cervezas y las pizzas de Ochentos, por ejemplo, combinando una Session IPA con la Triple Ochentos, una Irish Red con una Pizza Especial o una Honey con la pizza de camarón.
Sobre el nombre de esta cervecería “de rancho”, Julián El Chivo comenta que la bautizaron en homenaje a su abuelo, el “Chivo Guñón” original: “El viejito tenía fama de tener mal carácter”, dice entre risas, “aunque también tenía un gran corazón, y siempre tuvo un gran gusto por las buenas cervezas. De ahí salió el lema de Tercos por calidad, y lo combinamos con nuestra visión de siempre hacer lo mejor con los mejores ingredientes”.
Hoy el abuelo es la viva imagen de esta cervecería artesanal: un Chivo de barba tan larga como la que tuviera el papá de Ochentos, y que muestra el mismo coraje de querer dar siempre lo mejor.
UNA COMIDA EN FAMILIA: EL MEJOR ALIMENTO PARA EL ALMA
Una ola de calor invade el fin de semana, y se antoja dejar el tráfico atrás para internarse en los andares del campo. Tras unos minutos de explorar el camino aparece el refugio buscado: una mesita color cacao rodeada por un jardín bohemio, un piano rústico, cuernos de chivo colgados y una serie de letreros luminosos que anuncian la bebida de los dioses: “cerveza”.
Algunos perros alegres rondan por entre las mesas, mientras el viento acaricia las hojas con la tranquilidad de no tener ninguna responsabilidad. A la mesa llegan alimentos y bebidas, empezando así el viaje del paladar, que atraviesa todo tipo de aromas, sabores y texturas que provienen de una masa madre de gran calidad, y una cerveza artesanal cocinada con los mejores ingredientes.
Pocos lugares logran crear este tipo de experiencias donde el tiempo se detiene a la vez que sigue avanzando. Ochentos Pizza y La Cueva del Chivo Gruñón son ese tipo de destinos, donde no importa si es la primera vez que lo visitas o la quincuagésima ocasión, siempre regresas a casa con el estómago lleno, el corazón contento y la memoria repleta de nuevos recuerdos en los que te reíste a carcajadas con tus seres queridos. A fin de cuentas, bien dicen que el mejor alimento para el alma es la buena compañía.
Excelente reseña, soy comensal de este gran concepto de restaurante familiar, nos encanta, pero no me imaginaba la magnífica historia detras de este enimagtico nombre «ochentos pizza» estoy admirado de su historia, perfectamente relatada en esta reseña!👌🏻 Se agradece!😋🍕